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Para mí la naturaleza, como el antiguo lucus romano (lugar sagrado), es intocable y una fuente inagotable de conocimiento. De ahí que figuras sin rostro vaguen en medio de bosques sagrados, de los que tan sólo queda el recuerdo o han sido reducidos a un simple árbol, en busca de la sabiduría. Algunos aventajados sirven de guías al resto, tal y como indican las palabras extraídas de los antiguos documentos que uso en la confección de los collages que componen esta exposición.